Vocación
¡Qué fácilmente la ambición se oculta bajo el nombre de vocación, de buena fe tal vez y engañándose a sí misma, inocente como es! Yo no creo en la vocación. No es que uno haga bien lo que le gusta, sino a uno le gusta lo que hace bien. La historia de por qué entré a estudiar Químico Farmacobiólogo es muy diferente a lo trillado, ayudar a la gente, servir a la sociedad, lograr ser alguien... Hubiera podido ser músico, historiador, ingeniero, pero fue la contingencia del momento la que decidió que yo fuera lo que soy ahora. Si yo hubiera entrado en la Facultad de Filosofía y me hubiera tropezado con Leopoldo Zea o a la de Historia y me hubiera encontrado con Miguel León Portilla... o en la de Medicina y hubiese conocido a Ruy Pérez Tamayo, yo hubiera estado encantado, entonces ¿cuál vocación?
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