Dr. Pepper
Le pedí al Dr. Pepper
un purgante para el alma
una cicuta simbólica
un trago amargo
le pedí paz carbonatada.
Lo bebí, sabor cereza,
un líquido negro, extraño,
en un recipiente comercial,
reciclado, barato.
Lo bebí y con él acepté
el destino, incierto, borroso
pero lleno de promesas.
Es tan poco el amor
y tan sabroso, si se toma frío,
en sabores alternativos.
Tomé varios tragos
y cada vez me supo a gloria
eso que llaman calma
revitalizadora, enervante.
Fue la dosis perfecta, ese brebaje,
ese sabor fresa, vainilla,
ese ingrediente secreto, fue,
por primera vez,
algo diferente.
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