Poema Ocho
Una tarde del tercer día de la semana
finalizó en un cotidiano ocaso...
traté de morir intentando, siempre intentando,
ya no, no mas, nunca más.
Por el propio bien de mi alma
no me atreveré más a acercarme a ti
por temor a perder la pureza de la ilusión.
Te hablare en la aparente seguridad mis versos,
te describiré en mis rimas lejanas
y te haré vivir eternamente en una tumba de papel.
“Aunque sea éste el último dolor que me causes
y sean estos los últimos versos que yo te escriba”.
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