lunes, enero 31, 2011

Te debo...


Un café haciendo esperar en la mesa
al que nunca pasó mi prisa de conocer el mundo.

Un olor cafeinado de la mejor compañía
que desconocí en el transcurso de los años.

Un yo en el sonido escondido
en la gota que termina llenando la taza
un sabor caminando la lengua
degustando la charla.

Un café
una espera en la tarde
un espectáculo en el balcón
el mirador, un campanario.

El calor del gran amor
que le faltó a mis palabras.

Las cucharadas de de azúcar
para endulzar el cansancio
acumulado de los años, los daños...

Te debo...

Un café... el que nunca nos tomamos
sentados para decirte lo tanto que te extraño

El comedor, el café, el silencio...
Todo... te dejé esperando.
Te debo tantas tazas...

El café se enfrió,
ya no estás,
se adeudan un montón de pláticas
por cada año que no te vea,
las fugas y los ratos.
Sabes, te debo, no sólo un café,
contigo, a tu honor, los que vaya tomando.

domingo, enero 30, 2011

Dormiré

Estoy cansado.
Voy a descansar.
De dudas,
de silencios,
de mentiras,
de imaginarias compañías.

Réquiem
Lo bueno fue bueno.
De ambos.

Adiós.
Por primera vez mio.
Más para mi. Me suelto,
me desaferro, me desafianzo,
me pongo flojo. Quemo las velas,
floto, en cenizas, a la deriva.

Pero libre,
como el fénix.

Hay este espacio
que acoge este adiós.

Dormiré.
Libre de mi.

A.C.

viernes, enero 28, 2011

Colgando

No le veo caso al fingimiento,
lo he querido entender, tanto
y no entendía.
Pensaba que al entenderlo,
develarlo, disectarlo,
dejaría de ser fingimiento.
De tanto querer entenderlo
entendí que no se entiende
pero que no por eso se valida el ser fingible.
Pensé, la tierra, por ejemplo, es franca.
Yo soy más como la tierra.
La tierra no da maíz fingiendo que son estrellas,
la tierra no finge que tiene ríos,
y tampoco los atora,
ni mutila sus cascadas.
La tierra no calla. Grita. Verde, frondosa,
sencilla, hermosa.
La tierra no se queda con la semilla,
la refleja, la devuelve, embellecida,
florida, crecida, franca.
¿Cuál sería el caso de fingir?
¿Querría la tierra pretender que no se muere de basureros?
¿Querría fingir que no se le acaba el agua y le duele el suelo?
Viéndolo así, veo nobleza,
no nos castiga con vivir no floreciendo.
¿Por qué? me preguntaba, ¿por qué?
¿no ha sido suficiente? ¿no era ya hora de un amor sereno?
Y entendí que es porque nunca dejamos de develar velos.
Sí, entendí que, la vida, como la tierra, tiene velos.
El Tacaná tiene un velo de niebla.
Hay mañanas que ni siquiera lo veo
y otras, lo veo a medias,
sólo se muestra por arriba.
Juega con sus velos, lo ayuda el viento,
ondula sus velos como faldas amplias con las manos.
Es un asunto de belleza, se vela para darse aún más bello.
Se vela la tierra, con sus selvas, con sus nieblas.
Eso entendí, que no es lo mismo velarse que fingir.
No me gusta fingir, ni descubrir fingimientos,
pero sí he develado velos.
Tantos, tantos, tantos velos.
Sutilmente, suavemente, he corrido tantos velos.
Lentamente, tal vez en años.
Comienza a veces con un ¿qué se sentirá?
otras veces con un "lo habré vivido".
Hay velos que al abrirlos
develan algo absolutamente insospechado
y otros que sólo cotejan lo esperado.
Hay velos que sabemos antes de correrlos
pero sólo al correrlos nos dan un sentido,
un sentimiento, una sensación, un sabor,
un gozo, un sufrimiento.
Hay velos que corro, con cuidado,
gozo, y luego, con cuidado, cierro.
He pensado que luego puedo volver a abrirlos.
Serán nuevos, si no, no serían velos.
Hay velos que se aferran a estar cerrados.
No son velos.
Los velos que no pueden develarse no son velos.
Eso es lo que sucede,
la tierra nunca nos niega ver una de sus cascadas,
si develamos a través de la selva.
Es fácil.
Deslizo mis dedos por el velo,
palpo, siento, lento, suave.
Sé abrir velos.
He abierto tantos.
velos físicos, velos químicos,
el velo de la hermandad, del gozo,
de la paz. Velos de cuerpos.
De soledad. De amistad. De enemistad.
No, no todos los velos son serenos.
He lamido mis heridas como un perro.
He develado al cansancio infinito,
el agotamiento eterno.
He develado la angustia sin nombre,
sin fin, sin luz al final del camino.
Eso es. Ahora lo entiendo.
Es que sigo develando.
Eso es. Ahora lo veo.
Y me asusta.
Al borde de las lágrimas me asusta.
Tengo tres grandes pequeños velos en las manos,
suaves, diferentes, agitados.
No soportaría tras develarlos que no fuesen serenos.
Esos ya no son velos opcionales.
Eso es, ahora lo veo.
Tanta miseria humana, tanta, he develado.
No me gusta,
soy cobarde,
no me gusta la miseria humana de frente.
¿no eran velos opcionales?
Eso es entonces,
de eso se trataba,
es que yo iba a develar el fingimiento:
bárbaro, crudo, lacerante,
cobarde, carroñoso, putrefacto.
Eso era. Eso era.
Me baña en lágrimas, litros de lágrimas.
Pero eso era.
Araño la pared, aúllo, me quiero arrancar la piel.
¿Querría por eso que la vida fuese
entonces bardas en lugar de velos?
No, ahora lo veo.
Tengo tres grandes pequeños velos en las manos,
suaves, diferentes, agitados.
Me asusta, sí.
Y no entiendo el fingimiento,
no me gusta,
no lo ejerzo.
Pero la lucha no es entenderlo,
esta lucha furiosa, intuyo,
es para no permitirme

desgarrar lo que no entiendo.
A.C

domingo, enero 23, 2011

Una tarde...

Por sendas caminé
y llegué a un bosque encantado
montañas y praderas no impidieron
que volviera a tu lado.

Al verte pasar
el tiempo se detiene
las nubes te obedecen,
el sublime Vigilante
te cobija entre sus brazos.

La tarde parece detenida
sólo para mí,
de manera silenciosa
me siento a escucharla,
me cuenta que tiene celos,
celos de ti.
“Ya no me miras como antes,
me prestas menos atención.
¿Acaso no te asombra mi belleza?
¿O ya no te logro inspirar una canción?”
“Tú siempre estarás ahí
le digo- poetas vendrán poetas se irán,
y tú siempre viva y tan hermosa
¿No es eso mucha vanidad?”
 
La tarde callo, sólo el canto del viento
invadía aquellas colinas,
las nubes en compás armonioso
danzaban con sublime gracia
de la mano con el sol.

Cinco campanadas sonaron,
¿o era el latir de mi corazón?
Silbaba el viento
entre los pinos
la hojarasca seca
volaba por los caminos.
 
Es hora de irse a casa
me musitaba el sol.
Todavía no -le respondí-
déjame seis horas
y quince minutos más aquí
entonces, sólo entonces
me iré a casa, ¿sonriendo?
No lo sé, pero sabiendo que viví.

miércoles, enero 12, 2011

Bella durmiente


Brillante y reflexiva te veo en tu balcón
esperando algún Romeo que sea tu salvación.
Cuento de hadas, todo es un cuento de hadas
historia fantástica contada en lenguas extrañas.
Quiero entender uno a uno sus capítulos,
uno a uno sus misterios, pero todo es un quisiera.
Tiempos perdidos en un libro apartado
palabras arrastradas de mi boca
por el viento, amado viento.
Si tú no estuvieras para mover las paginas
no se quien lo haría, yo no podría.
Me vería atado por mis propias cadenas,
paginas pesadas imposibles de levantar.
Mirando la luna
preguntándote si esta noche finalmente llegara.
Si tuvieras paciencia otro gallo te cantaría,
impaciente noche y día has esperado en tu balcón
esperando algún Romeo que sea tu salvación,
esperando a Romeo ,
príncipe azul de tu propio cuento de hadas.
Celeste ser de cuatro alas
¿Por qué esperas?
Mientras lo haces escribe,
escribe tu historia en lenguaje divino,
historia efímera de tu pasado perdido
construyendo tus castillos, creando tus príncipes,
imaginando valles embrujados
por tus propios encantos.
Final feliz,
comienzo triste en soledad siempre en soledad,
por eso duerme, duerme mi bella dama
que mañana será otro día
y habrá otros cuentos que contar.

viernes, enero 07, 2011

Esperar

Pasillo interminable donde todos esperan
que les digan la hora de su muerte.
Hora de la verdad, hora de esperar,
horas que pasan no las quiero regresar.
 
Un amigo me dijo:
“estas loco por creer en esas cosas…”
pero yo sé que el día de mi muerte 
será anunciado por boca ajena.
 
¿Lo peor que me puede pasar?
Solo yo lo sé,
y no es que sea una persona desquiciada,
sino más bien un asesino,
que intenta matarse a sí mismo,
suicida desquiciado, paso a paso, poco a poco,
lento como el nudo de la horca
se acerca el día de mi muerte.

Pasillo interminable donde todos esperan
¿Qué mas me queda? Sino esperar mi muerte.
La muerte deja de ser un castigo
para quien la desea .

¿Para qué escribirle entonces? ¿Para que?
¿Simplemente para que se sienta deseada
y ansíe llegar?
¿Para qué seguir el camino que no se entiende?
No lo sé,
quisiera que esa fuera respuesta de cobardes,
pero no es así,
es respuesta sincera,
como también sé que el amor
en una hora lo mismo que las margaritas se marchita.
 
En el pasillo interminable donde todos esperan,
donde yo espero, la muerte vendrá a mi
y quiero pensar que me dirá con palabras:
“ven conmigo, caminemos juntos
vayamos por campos sembrados
de árboles de manzana,
vivamos este eterno momento”.
 
Pasillo interminable donde espero
que la muerte me rechace y me deje vivir,
una muerte en vida sin ella,
con una maquina descompuesta
que se llama corazón latiendo sin sentido y sin razón.
Pero a la muerte nadie la busca,
ella te busca a ti,
así quiero que me busques tu a mí.
 
En este pasillo interminable
sólo te pido una señal.
Dime pues ahora ¿Cuál será?
Cuando tengas que llevarme o dejarme
mi ángel de la muerte.

  © ######## ######## Ah Kin Xoc 2006

Back to TOP