viernes, abril 22, 2011

Tu ausencia


Hace tanto que las calles de este lugar se han vuelto más espaciosos, más lóbregas y más anchas, gracias a tu ausencia que no he podido justificar y comprender muy bien; ahora, sin tu latido, hasta puedo oír las ratas en las paredes, las mismas ratas que roen los cables de la instalación, las mismas que se comen migaja a migaja la comida que dejaste la última vez que cenamos juntos.
Así transcurren mis días, entre una mesa cubierta de polvo. A veces, a deshoras, me llego a despertar repentinamente y me embarga una ansiedad de querer limpiarlo todo, de remediarlo todo con acomodar mi cuarto. Aún así, al final de la semana, nuevas capas y cortezas sutiles de polvo se han depositado sobre todas las cosas, las mías que solían ser tuyas, las tuyas que nunca fueron de nadie, y que de nadie nunca fuiste como ahora no soy nada de ti. Dejo todas las puertas y ventanas abiertas, ¿para qué? no lo sé, pero las dejo abiertas, para que si algún día regresas, no dejes de entrar.

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