Tu ausencia
Hace tanto que las calles de este lugar se han vuelto más espaciosos, más lóbregas y más anchas, gracias a tu ausencia que no he podido justificar y comprender muy bien; ahora, sin tu latido, hasta puedo oír las ratas en las paredes, las mismas ratas que roen los cables de la instalación, las mismas que se comen migaja a migaja la comida que dejaste la última vez que cenamos juntos.
Así transcurren mis días, entre una mesa cubierta de polvo. A veces, a deshoras, me llego a despertar repentinamente y me embarga una ansiedad de querer limpiarlo todo, de remediarlo todo con acomodar mi cuarto. Aún así, al final de la semana, nuevas capas y cortezas sutiles de polvo se han depositado sobre todas las cosas, las mías que solían ser tuyas, las tuyas que nunca fueron de nadie, y que de nadie nunca fuiste como ahora no soy nada de ti. Dejo todas las puertas y ventanas abiertas, ¿para qué? no lo sé, pero las dejo abiertas, para que si algún día regresas, no dejes de entrar.
Así transcurren mis días, entre una mesa cubierta de polvo. A veces, a deshoras, me llego a despertar repentinamente y me embarga una ansiedad de querer limpiarlo todo, de remediarlo todo con acomodar mi cuarto. Aún así, al final de la semana, nuevas capas y cortezas sutiles de polvo se han depositado sobre todas las cosas, las mías que solían ser tuyas, las tuyas que nunca fueron de nadie, y que de nadie nunca fuiste como ahora no soy nada de ti. Dejo todas las puertas y ventanas abiertas, ¿para qué? no lo sé, pero las dejo abiertas, para que si algún día regresas, no dejes de entrar.
0 comentarios:
Publicar un comentario