Al final del día
Al final del día en lo único que pienso es en tus ojos brillantes, me veo en ellos lleno de esperanza y expectativas, contemplando mi vida como un circo interminable... me ves y te veo revolver tu chocolate caliente. Diantres y yo sin poder que decir, si tan sólo te dijera que me basta con mirar tus ojos para sentir que el pulso se acelera, que el corazón me palpita y que me zarandea el amor, el cual representa un problema para mí, en cuanto bajo la guardia, éste me asalta, me llena el corazón y al día siguiente una lágrima de nostalgia, y el día después de mañana, un adiós. Lo cierto es que el amor siempre surge en mí de alguna parte y cuando se desencadena es como una enfermedad, una fiebre que consume mi vitalidad y que puede durar varios días, meses, incluso años. El vacío del estómago, dolor en el corazón ante la necesidad de afecto, de caricias, la dependencia de otro ser humano. ¿Qué significa todo esto si no unas ansias de querer? Hay veces en que estas ansias se apoderan de mí, mientras charlamos en la mesa de un café, viéndote sentada allí, mirándome. Viéndote mirarme. Tú eres la vida, estás allí, en medio de la batalla, pero sin el anhelo de correr riesgos. ¡Carajo! La imaginación se me desboca, pero...
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