Amistad infinita
Me gustas, siempre me has gustado, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, ha sido un proceso utópico, irreal, un poco mal definido, mal encausado en un principio, reprimido en otras ocasiones, por estaciones y por años. De cierta manera me acostumbré a quererte así nomás, si motivo alguno, nacía en mí una especie de cariño que aunque no te viera, aunque no estuvieras cerca siempre estuvo ahí, una especie de familiaridad, una hermandad casi. No sé si sepas pero has sido mi musa preferida a lo largo de los años. Ahora nunca más, ésta es una etapa que no pudo ser.
He aprendido muchas cosas a la mala, pero gracias a Dios pude poner orden a mi vida. Cuando realmente me siento en una etapa en la que me siento bien, me veo bien y estoy haciendo lo que deseo, lo único que extraño es no poder compartirlo con las personas importantes en mi vida: mis amigos. Han habido alegrías, desilusiones, llanto, si te pudiera contar los momentos pendientes.
No quiero que pienses en mí como alguien que vive en el pasado pero es innegable el hecho de que de una u otra manera siempre has estado en mi mente. Realmente no te conozco, no puedo decir a ciencia cierta tus gustos, desconozco cosas triviales de tu vida, es más a duras penas recuerdo ciertos detalles, ha sido raro, tantos años, tantos berrinches idiotas de mi parte, pero bueno, llámalo circunstancias, llámalo inmadurez, llámalo qué sé yo. No te considero un amor eterno, sino más bien una amistad infinita. Me has hecho enojar, me has hecho reír, la sola idea de tu presencia calmó mi alma inquieta cuando no tenía nada ni a nadie, busqué algo en mi interior y surgieron tus palabras y tu amor por Dios, diantres, creo que ese es el motivo por el cuál nunca he aceptado una despedida de tu parte. Dios, siempre Él, usándote, contagiándome de Su paz a través de tus palabras, puede que ni siquiera lo recuerdes pero tus palabras quedaron grabadas a fuego en mi mente, me contagiaste de tu paz, de querer buscar la presencia de Dios.
He conocido gente hermosa en este nuevo sitio donde me tocó vivir y la familiaridad con la que me recibieron me hacen pensar que siempre llegamos a donde nos esperan, ojalá a ti te esté yendo bien, y que tu suerte sea favorable. Tengo nuevos amigos, nuevas ilusiones, nuevos compromisos sociales y morales, pero sobre todas esas cosas tengo tanto corazón que me siento vivo. Adiós.
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