Perla
Extremadamente delicada se dibujaba la linea de tu silueta orográfica en ese crepúsculo veraniego. Por más que intentaba verle el lado bello a la playa, no podía, las olas viajeras nunca se detienen a platicar y esa tarde como nunca antes surgía la necesidad de hacerlo, de hablar con mar y arena. ¿Cómo podría esta playa inerte y de arena grisácea proporcionarle la paz que mis ojos buscaban? El murmullo de olas salvajes e indomables arrullaban a los albatros. Sucia, llena de inmundicia, como el alma de quien la busca, purificación en cada ola, llevando la amargura de nuestro ser en el rítmico vaivén que precede a la marea alta. Perla ¿Porqué te tuviste que ir?
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