Érase una vez un sueño
El tiempo es un ladrón
ahora perdido en mi propio mundo,
el universo de la ilusión.
Mis memorias son como las sombras
de un niño en la pared:
estoy perdido en mi propia realidad
los sentidos me inundan,
no me lo puedo explicar,
no los puedo controlar.
No puedo notar la diferencia
entre lo real y lo imaginable,
soñando en lo primero,
viviendo en lo segundo
y durmiendo a gusto en sus fronteras.
Las voces de mi alma
me hablan en un alfabeto perdido,
voces espectrales de mi conciencia muerta
que yo creía sempiterna.
Te veo mientras duermes.
Tu corazón palpitando
como un pedazo de tiempo.
Tus dedos sobresalen
entre las sabanas enredadas.
Me pregunto: ¿A dónde vas en tus sueños?
¿Qué maravilla de la tierra visitas y deseas?
No te asombres
cuando veas en mis manos margaritas
arrancadas del sueño que soñabas.
La hierba se seca y la flor se cae,
ambas se deshacen lentas,
como este mundo de sueños
que se desvanece con el amanecer.
Érase una vez un sueño…
No es que trate de fingir,
sólo de ser veraz en este universo.
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